En este conflicto caen ancianos, niños, mujeres embarazadas, campesinos, cualquiera puede ser víctima de una mina antipersonal”, se lamenta Rafael Jairo Vides, un tecnólogo en mantenimiento eléctrico del Sena, Seccional Urabá. Como él, Ferney López y Cristian David Fajardo, comparten la misma preocupación. Por eso, crearon un robot capaz de detectar las minas antipersonal y destruirlas.
Todo empezó cuando en septiembre de 2013 se enteraron de un concurso que lanzó la Gobernación de Antioquia llamado: ¿Quién se le mide? Este retaba a los participantes a buscar soluciones a 20 problemáticas diversas, pero agudizadas en todo el territorio antioqueño. El reto 15 decía: “detectar y destruir minas antipersonales y artefactos explosivos improvisados”. Como a los tres les apasionaba la robótica, pero además, les emocionaba la idea de contribuir a salvar vidas, aportando sus conocimientos, aceptaron el desafío.
Después de inscribirse en el concurso, dedicaron 15 días a investigar los terrenos azotados por este flagelo. Luego, imaginaron lo que sería ese robot, destinado a impedir amputaciones, sufrimientos, muertes y desgracias. El paso siguiente fue dibujarlo. Teniendo claro lo que necesitaban, procedieron a ensamblar sus partes, a diseñar el cableado y sus circuitos y por último, gestaron su programación.
A comienzos de octubre de 2013 tenían listo el primer prototipo de robot para participar en el concurso. Un año después cuentan con tres modelos, los dos primeros son terrestres y el otro, aéreo. Todos están fabricados con material blindado, además, poseen un escudo que cuando la mina detona impide que se dañe. Ambos prototipos se activan desde una tablet o cualquier dispositivo móvil que posea android o bluetooth. También se pueden accionar desde un computador o a control remoto. Mediante la pantalla de cada dispositivo el controlador puede observar el recorrido del robot.
El prototipo terrestre
Tiene la capacidad de escalar en terrenos empinados y es desarmable. La distancia desde la cual se controla depende del dispositivo: si es desde una tablet puede cubrir hasta 150 metros entre quien lo dirige y el terreno donde se desplaza el robot. Desde un portátil puede dirigirse hasta a cinco kilómetros, y si es desde el control remoto, abarca un kilómetro.
En su parte delantera, además del escudo, está dotado de un censor que hace un barrido en el terreno minado, cuando detecta el explosivo, levanta un brazo, “se hace a través de un eje que posee unas cadenas y el accionar de estás golpean el piso, como las minas se accionan solamente con el impacto, hacen que ellas detonen”, explica Rafael Jairo.
“Después de realizar la detonación se revisa el aparato para definir si requiere algún mantenimiento, pero está en capacidad de aguantar 50 explosiones de bajo poder”, cuenta Vides.
Robot aéreo
Parece una especie de libélula, pero más grande y construida con material blindado. Tiene una capacidad de elevación de 1500 metros, pero cuando detecta la mina, se acerca a 100 o 200 metros de distancia de la tierra para lanzar con un brazo los explosivos. Dependiendo el tipo de área, quien controla el robot define si utiliza cargas grandes o pequeñas. Por ejemplo, si es una zona despejada de viviendas y de personas, usa cargas grandes y con ello detona todas las minas que puedan existir en el lote, pero si no es así, las cargas deben ser pequeñas para tener explosiones controladas y no afectar el entorno, aclara Vides.
Lo que viene
Desde su creación se han venido realizando pruebas en diferentes terrenos minados con las Fuerzas Militares, pero solo hasta noviembre Rafael Jairo Vides, Cristian David Fajardo y Ferney López concursarán en Indumil, que es la industria militar encargada de fabricar y adquirir nuevas tecnologías para la defensa nacional, con el propósito de que incorporen su creación anti minas a las labores del Ejército.
Recientemente participaron con este proyecto en el Fondo Emprender y ganaron el derecho a formar empresa. A partir de diciembre tendrán un lugar donde producir estos prototipos en masa, contarán con la tecnología y maquinaria que necesiten. También con los recursos suficientes para contratar el personal capacitado. Gozarán, además, de asesoría para la creación de empresa.
Hasta ahora, lo que estos tres emprendedores han hecho ha salido de sus propios recursos, que son limitados. Lo único que anhelan es que personas o entidades apropiadas los apoyen en investigación y desarrollo; para que su nuevo proyecto siga creciendo, y así Colombia deje de ser, después de Afganistán, el segundo país del mundo más afectado por accidentes de minas antipersonal.
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